En esta ocasión la galería se sacude sus obras anteriores, y reviste sus paredes de nuevas pinturas que aparecen mágicamente como tocadas por una barita en el salón de arte de esta casa. Cada pasillo nos llevará por un nuevo artista que conoceremos de forma impredecible, en donde todo tipo de estilo, época y tema pueden aparecer.
Pasillo n° 1: Francesco Melzi
Franceso Melzi (1493-1572/73) fue un pintor italiano renacentista. Se lo conoce por haber sido uno de los alumnos más preciados de Leonardo Da Vinci, al punto tal de que cuando éste ya no podía usar sus manos para trabajar, Francesco era el encargado de pintar por él. A su muerte, Francesco se encargó de copiar las obras de Leonardo que no estaban en buenas condiciones para que pudieran ser conocidas y apreciadas por la humanidad.
Flora se encuentra en el Museo del Hermitage, de San Petersburgo. Pareciera que un seno cubierto y otro descubierto, con un pezón casi imperceptible es una marca característica de las obras de Melzi.
Vertumno y Pomona. Pomona era la diosa únicamenre romana de la fruta y los árboles frutales, los jardines y las huertas. Vertumno era una diosa romana que encarnaba la mutación de la vegetación durante el paso de las estaciones.
Franceso Melzi
La sagrada familia
Pasillo n° 2: Adriaen Van Ostade
Adriaen Van Ostade (1610-1685) fue un pintor neerlandés.
Pasillo n° 3: Edward Burne Jones
Edward Burne Jones (1833-1898) fue un pintor inglés. Muchas de sus obras refieren a escenas mitológicas. Ejerció gran influencia en la pintura británica, de la cual se editó un libro, John Christian, The last romantics (1989). Fue también considerado un pintor simbolista.
Amor entre las ruinas, 1894.
La luna
El rey Cophetua y la hija del mendigo (1884) se basa en el texto de Alfred Tennyson.
La seducción de Merlín
El hechizo de Merlín
La noche
Lau Veneris inspiró el poema del mismo nombre, en el libro Poems and Ballads de Swinburne.
Lau Veneris (fragmento)
¿Dormida o despierta está? Viste una peca
violeta sobre su cuello besado.
De qué manera la sangre dolorida
se tambalea y sale; suave y delicadamente
aguijoneada, más clara que una mota.
Aunque mis labios dejaron de sorber en el lugar,
no hay ni una vena trabajando sobre su rostro;
sus párpados están tan en paz, no hay duda,
el sueño profundo ha entibiado la sangre
por todos los caminos.
Ella es quien fue el deleite del mundo;
los viejos años grises fueron parcelas de su haber;
los caminos se esparcieron cuando ella los pisó,
y fueron las estaciones partidas en noche y día.
Es por ella que cuando sus claros miembros sedujeron,
todos los labios crecen ahora tristes besando a Cristo,
manchados de la sangre caída de los pies de Dios,
los pies y las manos que le pusieron precio a nuestras almas.
Ay señor, seguro que su arte es grande y justo.
Pero es ella la del pelo tejido maravillosamente!
Y aunque nos curaste con lastimero beso,
mira señor, su boca es más adorable.
(…)