Desde hace unos días mi gato negro
está raro. Se encariñó con la puerta,
quiere salir corriendo a ver cual es el misterio
del otro lado. A la noche rasga la puerta e intenta
agarrar las llaves. Cuando duermo en el sillón
me maúlla despacito como una nana, porque
no entiende lo extraño de todo aquello.